¿Qué son la anorexia y la bulimia? (2a parte)

¿Cómo se identifican la anorexia y la bulimia?

Tal y como hemos visto, las cuestiones estéticas y las dietas para perder peso van a menudoligadas a la negación a alimentarse.

El miedo a engordar se mantiene, aunque el peso disminuya.

¿Qué observamos en la mente?

  • Hacen una negación total o parcial de lo que les ha ocurrido, así como de las sensaciones de hambre, sed o sueño.
  • Siempre aparece la nada: “no me pasa nada”, como defensa protectora.
  • El pensamiento suele tener rasgos obsesivos: piensan constantemente en la comida, saben el contenido calórico de los alimentos, coleccionan recetas, etc.
  •  Se encuentran atrapadas por imágenes o pensamientos persistentes y no deseados que no pueden controlar provocándoles malestar.
  • El nivel de autoestima es bajo.

En las anoréxicas-bulímicas observamos que la distancia entre lo que son o creen ser y el ideal al que aspiran es realmente importante.

La autoestima es el sentimiento valorativo del propio ser. Es la resultante  de la comparación entre lo que somos y lo que quisiéramos ser. Si estos dos aspectos no distan mucho uno del otro podremos hablar de un buen nivel de autoestima.

  • Las ansiedades son de tipo persecutorio y depresivo.

Sienten la mirada y el juicio acusatorio del otro por no ser como ellas quisieran, pero es la visión de sí mismas y la propia inflexibilidad las que generan sentimientos de tristeza.

La bulímica no puede conservar el alimento que tanto anhela porque lo vive como algo extraño (persecutorio). Conservarlo sería permitir que apareciese lo desconocido y tener que enfrentarse a ello con el riesgo depresivo que eso conlleva.

  • Son rígidas consigo mismas y con los demás.

La perfección a la que aspiran y la exigencia estricta a la que se someten luchando contra el deseo de llenarse de aquello que les falta mediante la privación o el vómito, las convierte en las peores enemigas de sí mismas y de quien intente acercarse.

  • Tienen dificultades para relacionarse con los afectos y con la agresividad.

Los vínculos de fusión que establecen con la madre en un principio, los reproducen en otros momentos, creando a su alrededor relaciones pasionales en las que el compromiso es total. No existen los matices, con el consiguiente empobrecimiento de las emociones.

La agresividad-destructividad hacia la totalidad de la persona está siempre presente y se manifiesta en un cuerpo esquelético y en una mente incapaz de poner límites.

¿Qué observamos en el cuerpo ? 

El cuerpo está comprometido en su dimensión real. No es únicamente el escenario en donde se juegan conflictos que no pueden expresarse de otras formas. Se hace aquello que no puede decirse.

  • Hay una distorsión de la propia imagen corporal: se ven gordas.
  • La mirada propia y ajena sobre el cuerpo es radicalmente opuesta.

El drama se desarrolla en el cuerpo, pero lo que está en juego no es el organismo biológico, sino el sujeto, para que pueda emerger es necesario no actuar sino escuchar. La persona debe poder mostrarse y poner palabras a aquello que desea, y no únicamente a aquello que el cuerpo necesita para subsistir.

De la identificación que se produce con una mujer alienada por las modas y las dietas, resulta una percepción del cuerpo real que debe controlarse, e incluso castigar por la falta de perfección, como si fuese algo extraño a una misma.

¿Qué observamos en la familia?

  • En el ámbito familiar son frecuentes las preocupaciones exageradas por el peso y la apariencia física.
  • A menudo son familias externamente unidas y ajustadas a las normas sociales
  • La relación con la madre casi siempre es débil, con una dependencia desmesurada.

Las dificultades para establecer relaciones afectivas genera vínculos de tipo simbiótico, en los cuales no quedan debidamente diferenciadas madre e hija. La negativa a comer puede representar un intento de establecer una separación, una distancia. Es habitual encontrarnos con madres centradas en la alimentación de sus hijas y/o en aspectos concretos como el rendimiento académico, pero incapaces de escuchar sus deseos, fantasías o aspiraciones.

  •  El padre, por lo general, está poco comprometido con la vida familiar. Suelen ser padres ausentes o poco presentes en la educación de sus hijas. Depositan en la madre el cuidado de los hijos, sin ocupar el espacio facilitador para la separación  madre-hija.

Rasgos particulares de quien padece anorexia-bulimia

Anorexia

Bulimia

Hace una reducción de la ingesta de alimentos con la consiguiente pérdida de peso: disminución del 25 % del peso.Actualmente se ha substituido este criterio por la reducción del index de masa corporal (peso/alturainferior o igual a 17,5 se considera riesgo médico).

 

Manifiesta episodios recurrentes de voracidad: ingesta de gran cantidad de alimentos en un corto período de tiempo (2 semanales durante por lo menos 3 meses).
Rechaza la comida y los líquidos, y el ejercicio físico se convierte en un modo compulsivo de controlar el peso. Con frecuencia experimenta un deseo irrefrenable de comer –atracón compulsivo- y un deseo desesperado de estar delgada mediante dietas, vómitos o purgantes, debido al miedo enfermizo a engordar. 
Aumenta las horas de estudio y disminuye horas de sueño.  Se aísla socialmente para esconder las mentiras y los vómitos
Suele ser la niña obediente y perfeccionista, exigente consigo misma y preocupada por complacer a todo el mundo  Va ligada al exceso: a menudo a la ingesta de alcohol y /o otras drogas, robos y promiscuidad sexual.
Desea  “nada”: quiere demostrar que puede subsistir sin comer, que es más fuerte que sus necesidades porque se satisface mediante la no-satisfacción.  Desea conservar la “nada”: que los efectos de la comida duren lo menos posible
Se siente invadida por el otro e intenta dejarlo fuera para afirmarse como sujeto con voluntad de mantener el vacío.  Se siente vacía y procura incorporar el objeto que cree haber tenido y perdido.
Cuando se niega a comer está intentando decir que es lo que desea, no lo que necesita.

Tratamiento:

El tratamiento de la anorexia y la bulimia pasa por poner palabras a aquello que se presenta como un síntoma, facilitando que la persona se muestre como unidad bio-psico-social y no únicamente como alguien que actúa a través de los vómitos, de los atracones o de la negación a alimentarse.

Como síntoma ha de ser descifrado para poder acceder al significado otorgado por la persona que lo sufre, y hemos de tener presente que puede manifestarse en diferentes tipos de personalidad.

Debemos tener como objetivo fundamental que la paciente coma y aumente de peso, orientando el tratamiento hacia la modificación de los actos, equivale a repetir el modelo de relación familiar en el que el sujeto ha sido ignorado y reducido a la posición de objeto.

Se trata de no convertir el tratamiento en una lucha en la que no dejemos a la paciente más alternativa que la de insistir en sus síntomas como único modo de ser reconocida como persona que desea.

  • La mayoría de autores considera que el tratamiento más adecuado para este tipo de patología es  el tratamiento ambulatorio psicoterapéutico –pactando, no imponiendo – un programa dietético con cada paciente. La hospitalización será necesaria en cuadros depresivos graves, cuando hay abuso de tóxicos o cuando se presentan problemas metabólicos.

¿Cómo ayudar?

Si existe la sospecha de que alguien de vuestro entorno padece síntomas anoréxicos o bulímicos, es importante no alarmarse y buscar el momento adecuado para hablar de ello.

Si el problema es negado o existe un rechazo a iniciar tratamiento, es importante comprender que eso forma parte de su problema. Deberán propiciarse otras ocasiones para retomar el tema.

Escuchar sin emitir juicios y sin insistir en que debe comer o dejar de provocarse el vómito, e intentar buscar ayuda profesional.

Eugènia Pellejà Quiñones: Psicóloga especialista en Psicología Clínica. Máster en Psicología per la Université Catholique de Louvain. Psicoterapeuta Psicoanalítica acreditada per la FEAP. Membre d’iPsi Formació Psicoanalítica. Miembro de GRUP.

Bibliografía

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