:.Diez Maneras de Cuidar la Mente: ENTRE EL AMOR A SÍ MISMO Y EL AMOR AL OTRO.
Posted by Raúl Vaimberg on 6 de febrero de 2014 · Deja un comentario
BUSCAR UN EQUILIBRIO ENTRE EL AMOR A SÍ MISMO Y EL AMOR AL OTRO.
Vaimberg, R. y cols.; Blaya, E.; Flotats, M.; Latas, F.; Lombardo, M.; Pelleja, E.; Rodríguez, M.; Roig, M.J.; Vaimberg, T.
RESUMEN
En este artículo investigamos acerca de que es el amor de una manera interdisciplinar: en la medicina, la psicología, el psicoanálisis, la filosofía, la religión, la sociología, la antropología y la poesía. Desde la sexualidad hasta otras formas de amor duradero ¿Cuáles son las fuerzas que nos mueven y cuales son algunas de las dificultades y problemas que podemos encontrarnos? Por ello sobre el final describimos cuatro dimensiones del amor y concluimos trayendo la voz de los poetas.
¿QUÉ ES EL AMOR?
Abordamos este quinto ítem sobre “Diez maneras de cuidar a mente” partiendo de una temática fundamental, el amor. ¿Qué es el amor?, a poco que nos decidimos a profundizar nos dimos cuenta de la complejidad del tema. El diccionario de la real academia española da muy diferentes acepciones de la palabra amor: ~Sentimiento hacia otra persona. ~Tendencia a la unión sexual. ~ Platónico. Amor idealizado y sin relación sexual. ~ Propio. El que alguien se profesa a sí mismo, y especialmente a su prestigio. En el diccionario etimológico indoeuropeo: ~Amma. Madre. Forma abreviada ~Am- (Amō: amar, Amīcus: amigo).
Como vemos en este primer acercamiento, el amor designa actividades o efectos de actividades muy diversas. Amor físico o sexual, amor idealizado, amor maternal, amor de amistad, amor de pareja, amor al mundo, amor a Dios, amor propio.
El amor a sí mismo parece tener una connotación beneficiosa vinculada a la autoestima, quererse a sí mismo suele ser una condición necesaria para amar a otro el “Ama al prójimo como a ti mismo en los mandamientos cristianos”, mientras que el amor propio parece tener una connotación negativa en cuanto al matiz de soberbia o vanidad que parece reflejar en castellano (‘tiene mucho amor propio’, diferente de ‘se quiere a sí mismo’). Los excesos del amor propio o los defectos del amor a sí mismo o de la autoestima parecen señalar aspectos vinculados al malestar psíquico.
Para Platón puede haber tres clases de amor, el del cuerpo, el del alma y una mezcla de ambos. El amor es para Platón siempre amor a algo. El amante no posee ese algo que ama, porque entonces no habría ya amor. Tampoco se halla totalmente desposeído de él, pues entonces ni siquiera lo amaría. El amor es una oscilación entre el poseer y el no poseer, el tener y el no tener (Ferrater Mora, 2009[1]). En el Banquete[2] Platón transmite una idea mítica del origen del amor que coincide con la percepción desde la psicología profunda de los estadios originales de la constitución del psiquismo. Probablemente podemos pensar que la búsqueda de un equilibrio entre el amor a sí mismo y el amor al otro surge de un movimiento de oscilación entre estados psíquicos fusionales y otros discriminados, aunque siempre podremos avanzar y retroceder entre estos diferentes estadios de la evolución de los que surgirán las diferentes posibles maneras de amar.
“…En otro tiempo la naturaleza humana era muy diferente de lo que es hoy. Primero había tres clases de hombres: los dos sexos que hoy existen, y uno tercero compuesto de estos dos, el cual ha desaparecido conservándose sólo el nombre. Este animal formaba una especie particular, y se llamaba andrógino, porque reunía el sexo masculino y el femenino; pero ya no existe y su nombre está en descrédito. En segundo lugar, todos los hombres tenían formas redondas, la espalda y los costados colocados en círculo, cuatro brazos, cuatro piernas, dos fisonomías, unidas a un cuello circular y perfectamente semejantes, una sola cabeza, que reunía estos dos semblantes opuestos entre sí, dos orejas, dos órganos de la generación, y todo lo demás en esta misma proporción. Marchaban rectos como nosotros, y sin tener necesidad de volverse para tomar el camino que querían. […] Los cuerpos eran robustos y vigorosos y de corazón animoso, y por esto concibieron la atrevida idea de escalar el cielo, y combatir con los dioses […] después de largas reflexiones, Júpiter se expresó en estos términos: Creo haber encontrado un medio de conservar los hombres y hacerlos más circunspectos, y consiste en disminuir sus fuerzas. Los separaré en dos; así se harán débiles y tendremos otra ventaja, que será la de aumentar el número de los que nos sirvan; marcharán rectos sosteniéndose en dos piernas sólo, y si después de este castigo conservan su impía audacia y no quieren permanecer en reposo, los dividiré de nuevo, y se verán precisados a marchar sobre un solo pie. […] Hecha esta división, cada mitad hacia esfuerzos para encontrar la otra mitad de que había sido separada; y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con un ardor tal, que abrazadas perecían de hambre e inacción, no queriendo hacer nada la una sin la otra. […] De aquí procede el amor que tenemos naturalmente los unos a los otros; el nos recuerda nuestra naturaleza primitiva y hace esfuerzos para reunir las dos mitades y para restablecernos en nuestra antigua perfección. Cada uno de nosotros no es más que una mitad de hombre, que ha sido separada de su todo, como se divide una hoja en dos” (Platón).
En cuanto a la concepción griega y la cristiana del amor: la concepción griega, particularmente la platónica, es la aspiración de lo menos perfecto a lo más perfecto, supone pues la aspiración del amante y la perfección del amado. Para la concepción cristiana el amor auténtico, es la tendencia que tiene lo superior y perfecto de “descender” hacia lo inferior y perfecto con el fin de atraerlo hacia él y salvarlo. Otra diferencia se revela a través del uso respectivo de las palabras éros y agápe (o charitas). El eros es el amor natural mientras que la agápe es el amor personal.
San Agustín considera el amor como charitas, para él la caridad es siempre buena y es aquella virtud mediante la cual se ama lo que se debe amar. También considera que el amor puede ser bueno o malo según sea respectivamente amor al bien o amor al mal.
Modernamente se ha tratado de discriminar si el amor es una estructura psicofisiológica o simplemente fisiológica (si está fundado en el deseo sexual exclusivamente) o si tiene una autonomía con respecto a los procesos orgánicos y además una historia.
Jean-Paul Sartre examina el amor en su análisis del “Ser-para sí-para otro”. Siempre contamos con el otro: necesitamos de los demás, de sus juicios, complicidades y rechazos para ser conscientes de la totalidad de nuestras dimensiones, para ser de un modo u otro.
Vicenç Ferrer[3], un hombre de acción que ha vivido por y para el amor entendido desde una óptica cristiana, lo explica así:
“El hombre examina y se da cuenta de que, esencialmente, su corazón posee el amor, la más elevada de todas las emociones. Un amor que, al analizarlo, se observa que tiene dos dimensiones que luchan dentro del corazón buscando un equilibrio: el amor por el cual se estima el mismo, y el amor hacia los otros. Estos dos amores son como la cara y la cruz de la misma moneda. Y en verdad el hombre no puede vivir sin estimar a los otros y le cuesta vivir sin ser estimado. Es vital que estos dos amores estén equilibrados. El exceso o el defecto de uno de ellos pueden tener consecuencias graves para el ser humano y también a escala global, ya que la falta de armonía interna del conjunto de los hombres se manifestará en la falta de armonía del mundo”.
Para Ernesto Cardenal, en “La vida en el amor”[4]:
“Todas las cosas se estiman. La naturaleza entera tiende hacia ti. Todos los seres vivos están en comunión los unos con los otros. El fenómeno del mimetismo hermana todas las plantas y animales y cosas.
Todos los fenómenos físicos son un mismo fenómeno de amor. Tanto la condensación de un copo de nieve como la explosión de una “nova”, el escarabajo abrazado a bola de excremento y el amante abrazado con su amada: todo en la naturaleza es un querer ultrapasar los propios límites, traspasar las barreras de la individualidad, encontrar un tú a quién entregarse, transformarse en otro. Les leyes de la termodinámica y de la electrodinámica y de la propagación de la luz y de la gravitación universal son todas una misma ley de amor y en la naturaleza todo es incompleto y todo es entrega y abrazo, y los seres son en la intimidad de su esencia y en el más profundo misterio de su existir: hambre y sed de amor”.
El personaje de Charlie Brown dice “Amor es poder enojarse sin dejar de amarse”, explicándonos la importancia de equilibrar las tendencias amorosas y agresivas del ser humano. Pensamos muchas veces, a partir de experiencias con pacientes que han sido objeto de agresión o de abandono, que la clave del tratamiento se apoya en la posibilidad de tener la experiencia de vincularse con el psicoterapeuta, transitando por diversas situaciones emocionales y comprobando, a partir de una experiencia emocional diferente, que el vínculo no se destruye ni somos abandonados por el otro.
Consideramos, que es necesario incluir entre los instintos primarios que inciden en la cohesión del grupo el “instinto de protección de la cría”, tanto por parte de la madre como por parte del padre; estas pulsiones conducen a la organización del grupo. Existen diferentes concepciones provenientes de los campos de la psicología y de la sociología que respaldan las fuerzas que dan cohesión al colectivo humano: el “instinto gregario” de Trotter[5], la “concepción sobre el instinto” de la etología humana y la teoría del apoyo mutuo de Kropotkin[6].
La acción de un miembro sirve de ayuda a otro. Requiere anteponer la necesidad de otro a la propia y aprender que es valioso dar a los demás. Los conceptos de “pacto social” de Voltaire (1694-1778), “contrato social” y “voluntad general” de Rousseau (1712-1778), “altruismo” de Auguste Comte (1798-1857), “apoyo mutuo” de Kropotkin (1842-1921) constituyen los principales factores para la cohesión del grupo, el sentimiento comunitario y la transformación social.
Para la psicología freudiana, la ‘teoría del narcisismo’[7] aludiendo al mito de Narciso, considera que el narcisismo es el amor a la imagen de sí mismo. Amor que dirige el sujeto a sí mismo tomado como objeto de amor. En esta teoría incursiona de manera profunda en el problema de las relaciones entre el yo y los objetos externos o dicho de otra manera del dilema irresoluble entre el amor propio y el amor a los demás.
La creación del término puede atribuirse a Näcke en 1899 que con el término “Narcismus” describió una perversión sexual y a Ellis quien en 1898 explica con el término “Narcissus-like” (a la manera de Narciso) una actitud psicológica. Freud toma la descripción de Näcke para designar una conducta por la cual el individuo da a su propio cuerpo un trato parecido al que daría al cuerpo de un objeto sexual y cobra el significado de una perversión al absorber toda la vida sexual de la persona.
En síntesis Freud otorgará al narcisismo diferentes sentidos: 1) una perversión sexual consistente en quedar la vida sexual absorbida por tomar al propio cuerpo como un objeto sexual, 2) una personalidad egoísta, 3) la esquizofrenia, básicamente por la creación de un delirio de grandeza y por la introversión de la libido consistente en su desligamiento del mundo exterior y colocación sobre el propio yo, 4) lo contrario del enamoramiento 5) formas colectivas de narcisismo, en las cuales partiendo del narcisismo y a través de una idealización se forma un ideal común de una familia, estamento o nación.
El Narcisismo puede aludir a una serie de rasgos propios de la personalidad normal, quedando vinculado al concepto de autoestima, una razonable cantidad de narcisismo sano permite balancear la percepción individual de las propias necesidades en relación con los otros o bien el equilibrio entre el amor a sí mismo, el amor a los otros y la búsqueda del amor de los otros.
Sin embargo el narcisismo puede también manifestarse como una forma patológica extrema en algunos desórdenes de la personalidad, como el trastorno narcisista de la personalidad, en que el paciente sobreestima sus habilidades y tiene una necesidad excesiva de admiración y afirmación. Estos desórdenes pueden presentarse en un grado tal, que se vea severamente comprometida la habilidad de la persona para vivir una vida feliz o productiva al manifestarse dichos rasgos en la forma de egoísmo agudo y desconsideración hacia las necesidades y sentimientos ajenos.
Por otra parte, diversos filósofos y sociólogos, han caracterizado la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI como una época narcisista’. Esta caracterización se refiere a algunas características de lo que se ha llamado ‘posmodernidad’: ante el fracaso de la mayoría de las estructuras sociales de la modernidad, y especialmente después de las 2 guerras mundiales, parece que Occidente entró en un proceso de metamorfosis, conducido por un proceso de personalización, en el que el narcisismo juega un papel clave: 1) cultura del yo, 2) pérdida del sentido, indiferencia ante cualquier realidad que implique tomar postura, 3) apatía de la juventud, 4) sobreinformación, consumo, 5) sobrevaloración del cuerpo en cuanto a su componente visual por encima del emocional, 6) negación del paso del tiempo y de la realidad de la muerte 7) deslocalización y desterritorialización del espacio.
Que elementos podemos tomar para diferenciar el narcisismo normal del patológico. Teniendo en cuenta que muchas personalidades narcisistas son generadoras de obras de gran utilidad social consideramos que en la base del narcisismo normal existe la posibilidad de dirigir la energía no solo a adquirir admiración y reconocimiento sino también a generar acciones de utilidad social y que favorezcan la construcción del mundo circundante. Por otro lado, los comportamientos abusivos o destructivos determinan una frontera clara hacia el narcisismo patológico.
El personaje antagónico en el mito de Narciso ofrecido por Ovidio es el de la musa Eco. Ella amando intensamente a Narciso ve imposible captar su interés. En su insistencia y en su deseo de unirse a él solo repite la última sílaba de las frases pronunciadas por Narciso, tanto es así que pierde su cuerpo y se transforma en el eco de la voz de las personas que pasan por el bosque. La metáfora de Eco es la del exceso de amor que implica la pérdida de sí mismo. Entendemos que el equilibrio entre el amor a sí mismo y el amor al otro es, desde la óptica del mito de Narciso y Eco, el equilibrio entre las tendencias ‘Narcisistas’ y ‘Ecoistas’ del humano[8].
¿DE QUE MANERAS PODEMOS AMAR?
El tema del amor es universal y nos ocupa desde los inicios de la cultura. Va más allá de las grandes polaridades ideológicas, científicas, religiosas y de escuelas psicológicas. Es la búsqueda de un equilibrio entre sí mismo y el otro, entre lo individual y lo colectivo lo que nos ayudan a ser de algún modo y a mantener nuestra Salud Mental. Sintéticamente hemos observado cuatro dimensiones del amor:
En primer lugar un amor equilibrado en el cual se ha encontrado un equilibrio entre el amor a sí mismo y el amor al otro. Podemos estar con el otro y también podemos estar sin él y sentirnos bien. Este tipo de amor tolera la presencia del conflicto, la diferencia de posiciones, intereses, encuentros y desencuentros, necesidades, malos entendidos, prioridades, sin que se destruya o se tema la pérdida del vínculo de amor. Permite ponerse en el lugar del otro pero también retornar a un lugar propio. Puede aparecer la pasión, momentos de fusión con el otro, pero no nos va la vida en ello, siempre hay un lugar en uno mismo al cual se puede volver y estar bien.
En segundo lugar el amor idealizado. El otro es objeto de perfección y se acerca más o menos al ideal. Probablemente en los momentos de enamoramiento podemos pasar por una etapa de estas características. En muchas parejas duraderas esta base de enamoramiento sustenta la relación a lo largo de los años pudiéndose tolerar mejor los diferentes momentos de decepción, frustración, dolor o simplemente períodos de exigencia elevada. No hay reglas generales ya que vemos parejas en las cuales no parece ser necesaria o posible esta experiencia de enamoramiento y otras en las cuales este estado de enamoramiento puede extenderse a largos períodos de la vida, aunque en general observamos que la experiencia de amor idealizado suele ser pasajera o generar asimetrías importantes entre los participantes de la situación amorosa.
En tercer lugar el amor narcisista. Las versiones ‘narcisista’ y ‘ecoista’ del amor, como ya hemos explicado, revelan diferentes carencias en la formación del psiquismo normal. Aunque también dan lugar a las producciones más llamativas en los campos del arte, la ciencia y la sociedad y encuentran eco en los comportamientos más heroicos y trágicos del ser humano.
Por último la imposibilidad de amar, desde el marasmo infantil que nos enfrenta en los primeros meses de vida con la imposibilidad de vivir si no se han encontrado uno brazos estables y con capacidad de ternura. La gente que vive situaciones de extrema soledad, en general todo tipo de destructividad y autodestructividad, incluyendo las que se producen a nivel del propio cuerpo.
Para terminar volvamos a los poetas, en el deseo de que ellos a través de las palabras puedan permitirnos captar los misterios del amor. Para Sam Abrams en el prólogo del libro de Joan Margarit[9], Poemas d‘amor, el amor es una de las grandes experiencias humanas y uno de los temas fundamentales de la poesía universal, está presente en la poesía de todas las épocas desde los inicios de la literatura, desde la épica de Gilgamesh, los delicados poemas líricos del antiguo Egipto, Homero, el cántico de los cánticos del rey Salomón y la poesía china clásica hasta nuestros días con Shakespeare, Goethe, Bécquer, Neruda, nos hablan de la potencia y la complejidad del amor. La literatura catalana no se ha quedado al margen de la gran tradición universal de poesía amorosa, el Llibre d’Amic i Amat, de Ramon Llull o el cancionero de Ausiàs March, Maragall, Pons, Riva.
MARIO BENEDETTI
Mucho más grave
“…Porque gracias a vos he descubierto,(dirás que ya era hora y con razón),
que el amor es una bahía linda y generosa,
que se ilumina y se oscurece,
según venga la vida,
una bahía donde los barcos llegan y se van,
llegan con pájaros y augurios,
y se van con sirenas y nubarrones.
Una bahía linda y generosa,
Donde los barcos llegan y se van.
Pero vos,
Por favor,
No te vayas.”
Si quiere escuchar el poema completo recitado por Mario Benedetti:
http://www.youtube.com/watch?v=gz-J_qLYGDs#t=44
MIQUEL MARTÍ I POL
L’amor
Tot en l’amor s’emplena de sentit. La força renovada d’aquest cor tan malmenat per la vida, d’on surt sinó del seu immens cabal d’amor? És, doncs, sols per l’amor que ens creixenroses als dits i se’ns revelen els misteris; i en l’amor tot és just i necessari. Creu en el cos, per tant, i en ell assaja de perdurar, i fes que tot perduri dignificant-ho sempre amb amorosa sol.licitud: així donaràs vida.
BIBLIOGRAFIA
Nou Testament, (1979). El gran manament. Mateu 22.32-23.2, pág. 79. Evangelio según San Mateo. Barcelona: Editorial Claret.
Ferrater Mora, J. (2009). Diccionario de filosofía. Barcelona: Ariel
Ferrer, V. (2003). La trobada amb la realitat. Capítulo 14, pág. 74. Barcelona: Columna idees.
Cardenal, E. (1993). La vida en l’amor. Pág. 23. Barcelona: Editorial Claret.
Kropotkin, P. (1989). El apoyo mutuo. Móstoles: Ediciones Madre Tierra.
Freud, S. (1914). Introducción al Narcisismo. Obras completas. (2ª ed. En castellano), vol. 14. Buenos Aires: Amorrortu.
Platón. El banquete o del amo. Obras completas de Platón. http://www.filosofia.org/cla/pla/azc05297.htm
Vaimberg, R. (2012). Bases de la psicoterapia e intervenciones online. 2, (junio).
http://intercanvis.es/articulos/28/art_n028_06R.html
[1] Ferrater Mora, J. (2009). Diccionario de filosofía. Barcelona: Ariel.
[2] Platón. El banquete o del amo. Obras completas de Platón. http://www.filosofia.org/cla/pla/azc05297.htm
[3] Ferrer, V. (2003). La trobada amb la realitat. Capítulo 14, pág. 74, Barcelona: Columna idees.
[4] Cardenal, E. (1993). La vida en l’amor. Pág. 23. Barcelona: Editorial Claret.
[5] Wilfred Trotter (1916), Instincts of the Herd in Peace and War. En el curso del desarrollo orgánico, la única posibilidad que tienen los organismos unicelulares de acceder a las ventajas de los organismos competitivos es por la combinación y la división de funciones hasta que las células individuales pierden completamente el poder de la existencia separada, accediendo a la complejidad y a la gregariedad.
[6] El apoyo mutuo: un factor en la evolución es un libro que trata el tema del apoyo mutuo y la cooperación dentro del proceso evolutivo, escrito por el anarquista ruso Piotr Kropotkin durante su exilio en Inglaterra. Los distintos capítulos habían sido publicados originalmente entre 1890 y 1896 como una serie de ensayos en la revista literaria mensual británica The Nineteenth Century. Escrita en parte como respuesta al darwinismo social y, en particular, al ensayo del siglo XIX de Thomas H. Huxley, La lucha por la existencia. El libro de Kropotkin se basó en su experiencia del día a día en expediciones científicas en Siberia para ilustrar el fenómeno de la cooperación. Tras examinar las pruebas de la cooperación en comunidades de animales no humanos, «salvajes», «bárbaros», en las autónomas ciudades medievales, y en la época moderna, llega a la conclusión de que la cooperación y la ayuda mutua son tan importantes en la evolución de la especie, como lo es la competencia y la lucha mutua. Kropotkin sobre el apoyo mutuo considera que: “Se ha creado sobre la conciencia —aunque sea instintiva— de la solidaridad humana y de la dependencia recíproca de los hombres. Se ha creado sobre el reconocimiento inconsciente o semiconsciente de la fuerza que la práctica común de dependencia estrecha de la felicidad de cada individuo de la felicidad de todos, y sobre los sentimientos de justicia o de equidad, que obligan al individuo a considerar los derechos de cada uno de los otros como iguales a sus propios derechos”.
[7] Freud, S. (1914). Introducción al Narcisismo. Obras completas. (2ª ed. En castellano), vol. 14. Buenos Aires: Amorrortu.
[8] Vaimberg, R. (2012). Bases de la psicoterapia e intervenciones online. Nº 28 (junio).
[9] Margarit, J. 2013. Poemas d’amor. Barcelona: Proa
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