: ¿Qué es el trastorno bipolar? Cuándo consultar y como tratarlo
- ¿En qué consiste un trastorno bipolar?
Es una alteración del estado de ánimo, antiguamente denominada Psicosis maníaco depresiva. El trastorno bipolar se presenta en diferentes modalidades: 1)Trastorno bipolar propiamente dicho, que presenta oscilaciones entre estados depresivos y estados maníacos intercalados con períodos de normalidad o normotimia, 2) Trastorno Monopolar, que presenta dos versiones, los que desarrollan períodos depresivos intercalados con períodos de normalidad y los que desarrollan períodos maníacos intercalados con otros de normotimia.
- ¿Cómo influencia en el amor y el odio la bipolaridad?
El amor y el odio son un grupo de sentimientos irrigados cada uno de ellos por las energías constructivas y amorosas o destructivas y de odio, que integran las características emocionales del ser humano.
La problemática del Trastorno Bipolar es bastante más compleja que la atribuible a los problemas relacionados con el amor y el odio. En cuanto a la estructura psicopatológica de estos pacientes la alteración predominante es la denominada patología del narcisismo. Esta patología consiste en una alteración del Yo que presenta signos de engrandecimiento. Este engrandecimiento del yo muestra diferentes modalidades en los estados maníacos y en los estados depresivos. En los estados maníacos es directo ya que el paciente muestra signos de omnipotencia, puede con todo, gasta indiscriminadamente, dice lo que pasa por su pensamiento sin pudor, no percibe los límites de la realidad, en estados más avanzados puede mostrarse, agresivo, denigratorio y hasta violento. En los estados depresivos el dinamismo es más complejo, se establece una relación interna con una persona amada y odiada que se transforma, al vivenciarse dentro de sí mismo, en ‘autorreproche’ (sentirse culpable sin motivo o autocriticarse muy negativamente –soy un desastre, lo hago todo mal, nunca voy a mejorar– o en ‘autoagresión’ (ideación o acto suicida). Por otro lado el yo en la fase depresivo se identifica con un yo ideal grandioso pero que por su grandiosidad nunca puede ni podrá ser alcanzado. Desde la psicología dinámica (que entiende la causalidad de la enfermedad mental como determinada por múltiples motivos) en la manía el Yo cree vencer al objeto y a la realidad y en la melancolía es el propio yo identificado con el objeto amado y odiado el que es vencido, como dirá Freud “La sombra del objeto recae sobre el yo”. En la práctica estos movimientos psicológicos los podemos identificar de la siguiente manera: 1) En la fase depresiva la persona muestra disminución de su actividad, tristeza, pensamientos negativos y particularmente autorreproches y pensamientos denigratorios sobre sí mismo, pueden llegar a aparecer ideas de suicidio (que siempre deben ser valoradas y ante las dudas sobre su gravedad debe consultarse al especialista). Suelen coincidir estos estados con situaciones de duelo (pérdidas de seres queridos, separaciones, pérdidas de situaciones profesionales o económicas) a veces estas pérdidas pueden ser cercanas al inicio de la depresión y otras lejanas o coincidiendo con un aniversario o una situación actual que reactiva el recuerdo de lo perdido. 2) En la fase maníaca detectamos diferentes grados, desde la hipomanía que se observa como un estado de ánimo alegre, activo, extrovertido, que puede mantenerse en ese nivel y no necesariamente implica enfermedad, posteriormente aparecen estados eufóricos, que si no coinciden con alguna situación de éxito, gratificación o ganancia significativa, pueden prevenirnos, especialmente si hay antecedentes de este tipo de alteraciones de manera periódica o los ha habido en otros miembros de la familia. Por último aparece la manía en la cual la persona está muy activa, imparable, agota al interlocutor, duerme poco, suelen aparecer momentos de irritación o agresividad, suceptibilidad, desconfianza, gasto económico desmesurado, toma de decisiones poco valoradas y aumento de los errores y equivocaciones. Es en este período en el cual es conveniente consultar ágilmente para evitar que los síntomas avancen y se agraven.
- ¿Hasta qué punto los fármacos calman la sintomatología del trastorno?
En el tratamiento del Trastorno Bipolar hay un acuerdo bastante generalizado acerca de la utilidad y necesidad del abordaje psicofarmacológico. Los grupos medicamentosos utilizados son los siguientes: 1) Antidepresivos, 2) Anticíclicos, 3) Sales de Litio, 4) Antipsicóticos y 5) Tranquilizantes.
El Trastorno es de evolución crónica y la mayoría de los estudios también coinciden en que la mejor combinación de tratamientos es la psicofarmacología y la psicoterapia, pudiendo obtenerse así un mejoría en el sentido de disminuir la intensidad y frecuencia de las descompensaciones. Asimismo es recomendable ir graduando las modalidades del tratamiento en función de los momentos de la evolución de la enfermedad y de los cambios que va presentando la vida del paciente.
- ¿Qué dificultades relacionales tienen?
Como todas las patologías psicóticas las dificultades relacionales suelen ser de importancia. Esta alteración sufre grandes variaciones según el paciente se encuentre en estados de descompensación o de normalidad. En los estados de descompensación suelen observarse, en los períodos depresivos, momentos de tristeza y aislamiento. En los períodos de euforia o de manía, suelen presentarse desde momentos de descontrol hasta momentos de irritabilidad o agresividad que complica severamente la vida social, requiriendo abordajes intensivos, incluso hospitalizaciones o dosis de medicaciones que hacen prácticamente imposible la relación fuera del ambiente estrictamente familiar o de algunos amigos especialmente concientizados o preparados para acompañar al paciente.
Guía de recomendaciones para los pacientes bipolares y sus familias.
- Crear conciencia de enfermedad.
- Conseguir la continuidad del tratamiento farmacológico y psicoterapéutico.
- Enseñar a los pacientes y a sus familias a identificar las recaídas y a actuar precozmente, tanto desde el punto de vista emocional y conductual como posibilitando la elaboración de una estrategia farmacológica de emergencia.
- Ayudar a valorar la importancia de la regularidad de hábitos, en particular del ciclo sueño-vigilia.
- Facilitar el desarrollo de actividades sociales y laborales adecuadas a las posibilidades de cada paciente.
- Estar atento al diagnóstico y la evolución de la enfermedad, ya que el diagnóstico precoz y el tratamiento adecuado pueden varias significativamente la evolución de la enfermedad.
Raúl Vaimberg
rvaimberg@gmail.com